Me preocupa el Perú, como me preocupa Chile o Bolivia, o cualquier otro país. No sé si la educación o la economía mundial, quizá el calentamiento global, pero hay algo que está afectando a nuestros hermanos: la indiferencia y quien realmente se robustece es el orgullo y egoísmo.

No me queda bien claro si es el Estado o la ciudadanía quien debe velar por los destinos de las generaciones venideras. Las culturas antiguas parece que entendieron la necesidad de perdurar en el tiempo como un elemento vivo y prolongado de la naturaleza. Sabiamente incrustaron en su iconografía elementos didácticos que guiaban al hombre por un camino de rectitud y trabajo honesto, enseñaron con su arte el compromiso del hombre para con su tierra y suelo, legaron en sus ceramios, textiles y arquitecturas una filosofía aún hoy velada o mal interpretada.

Me pregunto ahora, ¿Por cuánto tiempo perdurará el conocimiento del hombre “civilizado”? ¿Le ayudarán sus leyes ante los problemas del agua que se avecinan?, ¿Serán sus científicos capaces de detener los cambios climáticos cada vez más severos?

El hombre se ha deshumanizado y el arte que debiera cumplir la titánica labor de sensibilizarlo, lo único que ha hecho es satisfacer la estética caníbal del dinero o ciega de la iglesia. El arte se ha mutado de un arte impersonal en beneficio de la comunidad a un arte ególatra al servicio de la opulencia sin sentido.

La verdadera razón del arte debe ser el pueblo, es urgente sacrificar los intereses fatuos que la tumba reduce a polvo por la lucha consciente de una nueva civilización de nuevas estructuras filosóficas, científicas, estéticas y místicas.

Finalmente poco quedará para el futuro de nuestras bibliotecas, videotecas, museos, archivos digitales, todo esto se perderá ante una eventual catástrofe mundial incluyendo los valores, pero la experiencia nos demuestra que los registros más antiguos que tenemos del hombre son las piedras, las figurillas talladas o las pinturas rupestres que aún hoy contemplamos. Es en este punto que quiero lanzar una propuesta descabellada para muchos, ilusa para otros, pero necesaria ante los hechos: el desarrollo de talleres donde los estudiantes aprendan el oficio del tallado en piedra, esto permitirá registrar en la superficie de este noble material el conocimiento que mañana o más tarde tendremos que recurrir.

Esta propuesta nace del entendimiento de que la historia no es lineal, sino cíclica.

GRACIAS

Tacna, sábado 05 de noviembre de 2011