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LAS FUENTES GRÁFICAS DE UN ESCRITOR

Publicado: 2011-10-01

I

Tendría cuatro o cinco años cuando note que todas las noches al acostarme la cama se movía suavemente en su sitio, no me asusté pues parecía que alguien quería arrullarme, más adelante con el paso de los meses, sentía que la cama se equilibraba como si tuviese una sola pata en el centro, con el tiempo llegué a sentir que la cama se elevaba como a un metro del suelo o más, pero nunca me asusté ni me hice preguntas porque la sensación era relajante y estaba bien. Grande fue mi sorpresa cuando una noche que mi padre apagó la luz mi cama se elevó casi hasta el techo, cuando me di cuenta comprobé que no era mi cama la que se había despegado del suelo, sino que era yo que estaba flotando casi pegado al techo, quise regresar a mi cama pero no podía, me alegré de lo ocurrido, pues creí era afortunado de poder volar y sentirme tan liviano. Poco a poco aprendí a regresar a mi cama y ya para los diez u once años salía volando por la ventana de mi cuarto hacia la calle.

II

Desperté casi de inmediato después de la pesadilla de monstros que querían aplastarme o algo así. Sobrecogido examiné mi rededor y todo estaba en su sitio, la cómoda, el velador, la cama, la ventana… pero la luz la había dejado encendida, traté de levantarme cuando en eso la ventana se rompió en mil pedazos y mi corazón a punto de reventar fue testigo de algo insólito, por la ventana entró el ser más horrible que pude ver, de unos tres metros de largo y no alcancé a ver más detalles porque por segunda vez desperté dentro de un mismo sueño.

III

Cierto día que vine cansado de la calle me senté al borde de mi cama pensando en si debía ponerme la ropa de casa o recostarme un rato para descansar y me decidí por esto último, sin despegar los pies del suelo dejé caer mi cabeza y espalda al centro de la cama para descansar en esa posición pero pasó que caí en una especie de hoyo que estaba en mi cama, caía a un vacio que parecía no tener fin, la velocidad con la que caía era cada vez más rápido. Ya con tantas experiencias extrañas esto no me asustó, miré hacia abajo y no encontraba fin. El viento ascendente era tan veloz que empezó a arrancarme la ropa y cabellos, después sentí como mi piel fue arrancada de repente, seguí cayendo más rápido y los músculos, órganos y otros tejidos fueron quedando atrás, yo tenía conciencia aún de lo que pasaba y pude ver mis manos cadavéricas romperse o fragmentarse por sus articulaciones, empezando por los falanges y terminado finalmente por el cráneo. No quedaba nada, pero no me preocupé de eso, pues me pareció algo secundario, para mí lo más importante era averiguar a dónde iba a llegar, mi conciencia quedó flotando instantáneamente después de este pensamiento, como si se hubiese estrellado con un colchón transparente y por fin vi el suelo, un agua cristalina surcaba a miles de kilómetros debajo de mi cama.

IV

Casi me había convertido en un experto en tener aventuras sobrenaturales o quizá eran naturales para mi, el asuntó fue que un día de mi adolescencia alguien me entregó un arma para que me mate, su mirada reflejaba dureza y resolución, yo mostraba sorpresa y algo de miedo, le dije que no podía hacerlo, él poniendo la daga recostada entre sus palmas que las aproximo a mí insistió seriamente, lágrimas salieron de mis ojos pues sentí que debía obedecerle, pero me rehusé y corrí, sabía que estaba corriendo tras de mí, un río pequeño se extendía alado mío, quise buscar en la rivera algún arbusto donde esconderme pero todo era llano. Ya no podía correr y mis opciones se acortaban cuando metros adelante me sorprendió un muro que se perdían sus extremos hacia los lados y el río lo atravesaba por debajo, por donde trataría de pasar, entonces me lancé al río pero esta figura humana me alcanzó y estando a punto de aceptar mi suerte desperté.

El ser fabuloso que me siguió era alto, de una vestimenta similar a los antiguos egipcios y su rostro era el de un canino, chacal o algo similar.

P.D.

La fuente de inspiración para un pintor son las propias experiencias, las de músico sus experiencias, las de un escritor sus experiencias, las de un actor, las de un bailarín, las de…


Escrito por

reinaldo de la cruz

Nació en 1972, de niño trabajaba jugando y los ratos de ocio iba al colegio, hoy sigue jugando y es docente solo porque se tituló.


Publicado en

PRINCIPIO DEL ARTE

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